
«Fiestas tradicionales alicantinas: cultura viva para todos»
Alicante es tierra de luz, mar y fuego. Pero también de fiestas tradicionales que, año tras año, llenan sus calles de historia, emoción y comunidad. Desde nuestras Hogueras de San Juan, hasta las fiestas patronales y tradicionales de barrios y pueblos, las Moros y Cristianos o la Romería de la Santa Faz, las celebraciones alicantinas son una manifestación de su cultura y una expresión de su identidad más profunda.
Cada una de estas fiestas conecta a la ciudadanía con sus raíces. No son eventos aislados: son narraciones colectivas que transmiten valores, creencias y un sentido de pertenencia. Participar en ellas —como festero, músico, artista o simplemente como espectador— fortalece el vínculo emocional con el territorio y con la comunidad. En un mundo donde lo individual predomina, las fiestas de nuestra tierra siguen siendo uno de los pocos espacios donde se vive lo común, lo compartido.
Pero, ¿Quién puede formar parte de esta experiencia?
Aquí es donde entra una reflexión necesaria: la accesibilidad. Porque una cultura que se celebra solo para unos pocos, no puede decirse del todo inclusiva. Muchas fiestas alicantinas presentan aún barreras que impiden la plena participación de personas con discapacidad, mayores, o con necesidades específicas. Espacios abarrotados sin zonas reservadas, falta de señalización accesible, escasa adaptación sensorial, y ausencia de medidas inclusivas son ejemplos de limitaciones que deben abordarse con urgencia.
No basta con invitar a todos a la fiesta. Hay que garantizar que todos puedan vivirla de forma digna, segura y participativa. Esto implica cambios en la organización, formación de los equipos, campañas de concienciación y una voluntad política y social real de que la tradición evolucione hacia la inclusión.
La buena noticia es que Alicante, en sus fiestas de Hogueras, ya ha dado algunos pasos en esa dirección, aunque todavía seguimos trabajando en ello. En eventos recientes se han habilitado plataformas para personas con movilidad reducida, se realizan monumentos mas accesibles, hay zonas reservadas en mascletás, en las galas y en la elección y muchas comisiones de fiestas han comenzado a trabajar en colaboración con entidades sociales para una mayor inclusión. Pero aún queda camino por recorrer.
Alicante tiene el privilegio de poseer una riqueza festiva excepcional. Defenderla no es solo mantener sus costumbres, sino también hacer que estas estén al alcance de todos. Solo así nuestras fiestas seguirán siendo lo que deben ser: una celebración colectiva de lo que somos.
Almudena Ruiz